Exposición de
Emilio Prieto
Emilio Prieto es actualmente uno de los talentos más originales y vigorosos de la joven pintura. Y ha conseguido la perfección de una auténtica personalidad en años de trabajo y soledad.
Para Emilio Prieto la pintura no es más que una reproducción de la naturaleza, pero en una confrontación de seres y cosas irreconciliables. En un clima de irremediable soledad ha sabido dar cuerpo a sus oposiciones fantásticas o fantasmagóricas. Son realidades más allá de la realidad.
En su obra anterior uno se preguntaba si los personajes de sus pintura irían a caminar eternamente por los paisajes desolados y muertos, sin llegar a encontrarse jamás. Pero no se trataba de un amor sin esperanza. En un momento, esos seres se encontrarán. Los caminos de la imaginación se verán interrumpidos en su andar, y podrán abrazarse. En esta exposición de ahora ha reemplazado aquellos personajes de humanidad tan inquietante por unos objetos, especialmente sillas, que han vencido su propia gravitación para convertirse en sujetos tan sugeridores como los personajes.
Cada una de sus pinturas es como un instante inmovilizado. Y todo lo que pasa o se produce está revestido de una importancia metafísica. La atmósfera incluso está analizada en toda su consistencia.
Todo lo que sucede en la obra de Emilio Prieto se halla situado como en las altas terrazas de la soledad y la melancolía. Son imágenes obsesivas, cuya originalidad se halla a mitad de camino entre la realidad y el sueño. La transcripción de un paisaje le permite expresar una parte de sus obsesiones. A veces llega a hacer
posible el convertir una silla en un paisaje, o a la inversa. para Emilio Prieto la poesía es el fruto de lo insólito. Sus pinturas nos llevan a participar de las luces del amor y de lo verdadero. Sus temas inciden en un mundo traslúcido, como una condenación a la soledad, de la que nadie piensa en liberarse. Los objetos parecen sentirse, como antes sus personajes, los únicos responsables del silencio que les rodea.
El lenguaje de Emilio Prieto es a la vez muy simple y muy intelectualizado. Cuando uno se encuentra ante sus cuadros, tenemos la impresión de sentirnos comprometidos con ellos en una necesaria explicación. Este pintor indudablemente ha
utilizado muchos elementos del surrealismo, pero no pretende convertirse en un teórico del sueño. Emilio Prieto nos envía su mensaje interior, plegándose escrupulosamente a sus ritos y a sus leyes, de las que surgirán la mayor parte de sus fantasmas.
J. R. Alfaro
HOJA DEL LUNES. Madrid, 24 de abril de 1972
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